Tengo que escribir una carta.
Y sé que va a ser algo difícil y duro.
El destinatario nunca la va a leer, pero yo tengo que escribirla igual.
Es necesario… vital diría yo.
Para empezar a cerrar un capítulo, que por inacabado no hace más que repetirse. Como esos mitos griegos, como Ulises que nunca encuentra el camino a casa.
Tengo que hacerlo por mí, para no acumular en mi vida personas que me dejan con esa sensación primitiva de «no estar disponibles para mí», o mejor aún, para no seguir necesitando que alguien lo esté.
Tengo que hacerlo también por quienes aún dependen de mí, para que mis cargas no les salpiquen.
Y tengo que hacerlo por quien quiera estar a mi lado… para que lo haga como ambos merecemos.
Si te abandonan una vez, es que el otro no te quiere…
si te abandonan todas las veces eres tú quien no se quiere.
Hoy voy a empezar esa carta…