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Mi relación con el agua siempre ha sido muy especial.
Nací en medio de la península ibérica, a cientos de kilómetros del mar. Mis primeros años de vida tuve una alergia que me impedía darme largos baños jugando en la bañera como la mayoría de los bebés y niños.
Mis primeros recuerdos de vacaciones fueron siempre relacionados con agua.
LAs más lejanas en mi memoria me trasladan a un pueblo con río, viendo renacuajos de rana…
El lavadero público del pueblo de mis abuelos, que me parecía fascinante.
Y luego el mar… después siempre vacaciones en la costa, hasta que con 8 años nos trasladamos a vivir cerca del mar.

El mar ha sido una constante en mi vida, mezcla de atracción y miedo. Bonita metáfora de mis propias vivencias. Aprendí a nadar sola, por puro orgullo. Otra buena metáfora de uno de los rasgos que más tiempo me acompañó en mi vida.

Al principio de mi edad adulta me vine a vivir a una isla… y me convertí en isleña. Yo que he errado toda mi vida de un lugar a otro, que no sentí nunca «pertenecer a ningún lugar» al final pertenezco al mar.

Durante años ese océano que me rodeaba era una especie de acompañante silencioso, al que veía constantemente, pero con el que me relacionaba poco.
No fue sino el tiempo, los años, el liberarme de cargas viejas y  pesadas, que me reconcilié con el agua.
LA literatura esta llena de historias  de agua. Metáforas aludiendo a su poder limpiador, refrescante, constante, etc.
En un momento difícil de mi vida, solo el agua conseguía calmar mi angustia.  Dejando de respirar  encontraba el aliento que me faltaba. En una especie de paradoja, sentía al sumergirme que escapaba de la realidad asfixiante del mundo con oxígeno.
El agua me devolvía la confianza en que todo puede mejorar, que soy más fuerte que mis problemas o que las situaciones difíciles.

He pasado toda mi vida creyendo que tenía que ser una roca, creyendo que siendo fuerte, dura e inamovible nada me haría daño.
Y ahora sé que soy  agua.
A veces mansa, a veces brava, a veces fluyendo hacia adelante y a veces con fuerte resaca…
A veces yendo por mi cauce y a veces imprevisible.
Me descompongo en riachuelos y me recompongo en torrente cuando hace falta…
Puedo hacerte flotar o hundirte, puedo quedarme a envolverte o alejarme para siempre de ti…
Puedo ser una laguna  o un tsunami…
Soy agua y adopto mil formas.
Soy agua y no hay nada más fuerte que el agua.

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