Empezamos con el mar de fondo ¿lo recuerdas?.
Una comida y charlar contándonos nuestra vida.
Muchas risas, demasiadas, frases dichas muy deprisa.
Tú con tu porte callado, me mirabas y escuchabas,
seguramente asombrado de ese «huracán», de mis prisas.
La vez siguiente escogiste llevarme a un lugar más tranquilo.
Subir por las dunas de arena, a ver ya no el mar,
sino el cielo y las estrellas.
Me llevé de allí tus miradas
Y ganas de un beso esquivo que no llegaba
Me llevé la impresión ¿equivocada?
de no saber si te gustaba.
Todo eso me llevé, todo eso y un paseo en una noche cerrada.
Paseo que nos llevó, no sé cómo, hasta tu casa
Recuerdo una cierta impaciencia
Una ducha algo fría en una noche un tanto extraña.
De buscarnos y buscarnos de una forma apresurada.
Dos extraños que intimaron contándose sus proezas
Sus historias, sus fracasos, sus alegrías y penas.
Queriendo sellar el encuentro quizás un poco por la fuerza
Luego la luz del Sol entrando por la ventana
nos mostró la realidad ante los ojos, desnuda:
«No eres como l@s demás»
Eres más de lo que escondes y eres más de lo que muestras.
Como las dunas aquellas, como tu amiga la arena
Es eternamente antigua pero cambia a cada instante
con el viento, con el agua, cambia con cada una de las miles de pisadas.
Una historia con arena.
Arena de nuestras dunas,
Arena de otras arenas
Arena que nos unía
Y arena donde te dejé un día
Arena que nos reencontró a pesar de los pesares
Arena de tus carreras, que yo quería limpiarte
Arena de algunas playas, donde había más pisadas
y arena por fin de lugares donde nadie más penetra
Arena que va cayendo de nuestro propio reloj
Arena que nos recuerda que por mucho que la pisen
que por mucho que otros quieran dejar sobre ella huellas
Sólo hace falta una ola para borrar historias y sus secuelas.
Nuestro amor es esa ola.
Limpiando la superficie que pisamos de la arena.
Arena que hoy es testigo de parte de neustra historia
porque el resto es solo nuestro.
Y los demás, los demás ven de nosotros y nuestro amor
Sólo una sombra, un pequeño reflejo
no hay ojo capaz de ver
el amor que nos tenemos.