Seleccionar página

Parole, parole, parole…

¿Qué pensáis de las palabras?
¿Son una mera herramienta de transmisión de información?
¿O verdaderamente tienen más poder?

Estas palabras las conozco desde hace mucho, desde mi infancia:

Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación.” (Salomón-Proverbios 12:18.)

Y uno siempre pensaba que era algo figurativo, que el mensaje tras las palabras hirientes era lo que hacía daño,  y que por el contrario, cuando alguien sabio nos hablaba podía reconfortarnos «el alma» y curarnos en cierto sentido figurado.

Pero resulta que Salomón sin duda era sabio porque ahora la ciencia nos dice que las palabras en sí mismas tienen poder, para dañar o para sanar. Que influyen en nuestras emociones más profundas, en los patrones de nuestro cerebro, a nivel neurobiológico, que influirán en nuestras respuestas futuras a situaciones determinadas.
En el coaching nos enseñan a cuidar nuestro lenguaje pues puede ser limitante o todo lo contrario. Oír  ( de nosotros mismos o de otros) la expresión: «no puedes» puede ser una profecía. Pero del mismo modo, podemos  invertir el proceso y verbalizar lo que queremos conseguir: » puedo…».

Trabajar ese aspecto con una misma es cuestión de decisión, de empezar y cambiar actitudes. Pero  ¿ y cuando estamos rodeados de personas negativas? ¿cuando es nuestro entorno más cercano el que se empeña en ponernos trabas y minarnos la moral?

 

Pues resolvamos no escuchar.

Dejarles  que sus palabras lleguen a nuestros oídos es darles ventaja.

Educa a tu entorno y diles con amabilidad pero con firmeza que no te gusta que te hablen así y que no vas a permitir comentarios negativos .
Cambia el rumbo de la conversación preguntando por cualquier otra cosa no relacionada, a ser posible agradable para ambas partes.
Recuerda que las únicas armas que poseen realmente contra ti son palabras, si no las pronuncian no existen. *

Y no olvides empezar a practicar el hablar en positivo

*Si necesitas más herramientas para enfrentarse a estas situaciones apúntate al próximo Taller Empodérate

nohemihervada@gmail.com

I can… You can!

Habrá quien crea que es el típico mensajito de libro de autoayuda… pero lo cierto es que el primer paso para conseguir algo es creer que somos capaces.

Como sociedad estamos carentes de empoderamiento y las mujeres aún vamos un escalón  (como poco) por detrás, por eso disponer de herramientas para empezar a recuperar el control  y tomar nuestras propias  decisiones puede ser el primer paso para conseguir lograr aquello que nos proponemos.

En el Taller «Empodérate» trabajamos algunas de estas herramientas… y están dando resultado…

¡¡¡Tú también puedes!!!

 

Empodérate

 

Gracias a Miss Selka  por el diseño

No os perdáis su web con un montón de cosas originales listas para llevar y no dudéis en encargarle el diseño de vuestro logo, imagen, avatar… lo que queráis ♥

 

Logo_missSelka_banner-01

 

Ellas opinan…

… del taller «Sácate Partido» .

» ¿SÁCARME PARTIDO? Si yo era de las que ni miraba los escaparates por no verme reflejada.

Llevo unas semanas queriendo escribir sobre el Taller “Sácate Partido” que imparte Nohemi Hervada, con excusas como: tengo que pensarlo bien, ahora no tengo tiempo, luego me siento y en un rato lo hago… pero en el fondo, llevo unas semanas acordándome de Noe y sus enseñanzas a cada rato y lo que es mejor, poniéndolas en práctica con los pequeños grandes gestos del día a día- un ponte rímel nena que tú lo vales – y solo me cabe decir GRACIAS, infinitas gracias por tocar el interruptor que ha hecho saltar el resorte para re-descubrir que con poco que haga por estar mejor… gano en confianza y seguridad, esa que hace tiempo – mucho tiempo – tenía dormida, escondida y apartada. Ahora me gusto y me acepto y sobre todo me quiero y son esos pequeñas-grandes detalles que hacen la diferencia… ponte brillo y saca tu mejor sonrisa. Agradecida y feliz.

Hace años que no me veo… mi físico no acompaña a la idea que mi cabeza y mi mente tienen de mí. La edad, los kilos y supongo que la simbiosis de ambas se tradujo en no me quiero ni ver… La vida, el corre corre, el trabajar en casa… y poco tiempo libre… se van uniendo a dejarte llevar, llegando a un punto en el que la imagen que veía no me gustaba, no me reconocía y por lo tanto evitaba.
Hoy después de varias semanas… ya un mes de buenas prácticas y maneras ! he tenido un recaída… si sí… me han dado las 12 y las prisas, el que no llego, tiene que estar antes de las X para que llegue a tiempo… me olvidé de mí. Y cuando me he visto en el espejo, he vuelto a ver a aquella que no me gustaba… y ufff rápidamente me he re-compuesto me he acorado de Noe y sus tips de “belleza“ y me he dicho, de hoy no pasa… me arreglo un poco, me siento y lo pongo por escrito…

GRACIAS, infinitas gracias por tocar el interruptor que me ha hecho saltar y ganar en confianza y seguridad.
Altamente recomendable, por hacernos pensar, por lo bien enfocado y dirigido, por compartir con otras mujeres casi los mismas manías, rarezas… y sobre todo por no frivolizar sobre la belleza y los estereotipos que nos venden… porque está claro que todos TODOS, necesitamos de la belleza como del amor y eso me hace pensar lo importante que es no solo estar bien por y para los demás pero sobre todo por y para nosotras mismas.
Si tienes la oportunidad… no la dejes escapar… VALE MERECIDAMENTE LA PENA…y esto me lleva a pensar en otro de sus post – El verdadero valor de las cosas – venía a resumir algo así como, invertir en ti, es la mejor inversión. SÁCATE PARTIDO… yo ya lo hago.»

Maica Luis
Fotógrafa

«Recientemente he participado en el taller online de Nohemí de «Sácate partido» y fue una experiencia muy positiva que me ayudó a quitarme la pereza, a ocuparme más de mi misma y a eliminar prejuicios sobre la belleza, armonía y feminidad. Antes de tener a mi hijo Samael, hace ya 7 años, era ejecutiva y tenía un amplio armario, cosméticos y complementos. Después cambié voluntariamente de vida, de talla -involuntariamente- y de filosofía de vida y crianza, y cuidarme yo y mi imagen quedaron relegados en el sótano. Nohemí me ha hecho recordar que feminidad, practicidad, «progresismo» y autoestima van de la mano, que nos han mentido mucho en estos aspectos y que con poco tiempo dedicado a vernos mejor nosotras podemos ganar mucho. Además, hice el curso con unas amigas de otras provincias y fue un viernes por la noche estupendo, con una copa de champagne hubiese sido la leche Gracias Nohemí por sacar a la Miss XL y alternativa que llevo dentro

Bss»

Can Men
El Blog Alternativo

 «Hace algunas semanas participé en el curso «Sácate partido» de Nohemi Hervada. Debo recomendarlo porque es divertido, útil y una buena manera de pasar el rato. Lo recomiendo para que recordemos que nuestro aspecto es más que una cuestión estética, es también una forma de comunicación. Nohemi sabe guiar el curso con soltura, profesionalidad y mucho sentido del humor. Es una buenísima manera de pasar un rato entre amigas.»

Mónica Felipe Larralde
Estudios sobre el útero

» Con este taller he dedicado un tiempo a mi cuerpo, a mi físico, algo relegado al último rincón de mi vida estos últimos 7 años. Nohemí me ha recordado que lo primero que ve de mí la gente que me rodea es mi cuerpo y que si quiero dar una buena impresión de la María de dentro tengo que reflejarla en la María de fuera, cuidándola y mimándola para que ofrezca el aspecto saludable y hermoso que puede reflejar cuando la mimas.»

María Berrozpe
Sueñoinfantil

 

 

» (…) El taller de Nohemí me ha llevado a la conclusión de que arreglarse para resaltar lo mejor que cada uno tenemos no es una frivolidad, sino casi una necesidad. Porque todos necesitamos belleza, igual que necesitamos bondad. No el concepto de belleza estereotipada que nos venden en los medios, pero sí belleza. Armonía. Eso pasa por una buena salud, y un buen aspecto. Podemos  ser muy buenas personas, pero lo que otros perciben de nosotros a través de la imagen es mucho y muy importante también. Y lo que percibimos nosotros acerca de nosotros mismos! Qué importante para quienes trabajan o pasamos mucho tiempo en casa, quitarse el pijama,  y tener aunque sea un mini ritual de cuidado…

 
Otra de las razones por la que en los últimos tiempos he renegado aún más de la cosmética es porque no soporto echarme potingues con montones de tóxicos.  Uso pastilla lo más ecológica y artesana posible, e igual con el champú, el dentífrico, el desodorante… mi excusa para no echarme cremas era no ponerme mierdas, pero eso, era una excusa, porque hoy existen buenas alternativas limpias y respetuosas con el cuerpo. Así que he hecho una pequeña primera inversión y he comenzado por lo más difícil para mí: el hábito  cuando sólo tenía un maravilloso cacao de labios hecho por una amiga, empecé a dármelo cada noche, antes de acostarme. Cuando tuve mi nueva hidratante, también. Y así, poco a poco, espero ir poniendo en práctica los consejos que saqué del taller.
 
Y comprendí que este cuidado no es sexista, ni exclusivo de las mujeres. Querer destacar lo mejor de uno mismo no tiene sexo.  Comprendí que el cuidado, y el mimo para con una misma no tienen que ver con la obsesión ni por la moda, ni por la delgadez, ni por la estética, que es lo que verdaderamente tiraniza a las mujeres y las vacía de contenido.
 
Y desde aquí, finalmente, quiero volver a agradecerte Nohe que me animaras a participar, porque esta reflexión me hacía mucha falta ;) ”
Carolina  Garcinuño

 

La mamá de Mateo

 

 

Si quieres leer mas opiniones pincha aquí .


Y
si quieres ver en qué te puede ayudar a ti, inscríbete en el próximo: nohemihervada@gmail.com

Usamos la misma expresión…. pero con enfoques sin duda diferentes 😉

¿Quién da el primer paso?

Hace tiempo alguien le planteó esta pregunta a un auditorio:

-«En caso de conflicto en una relación,

¿quién da el primer paso para solucionarlo?»

Los asistentes empezaron a responder:

-«El que lo comenzó»

-«El otro»

-«El hombre

-«La mujer»

-«El culpable»

-«El ofendido»

etc…

¿Qué pensáis vosotros?

Independientemente de que cada situación es única, dada entre personas únicas y que generalizar  suele ser estúpido,  nuestra respuesta ya nos da una pista sobre nuestra propia forma de tratar los asuntos.
Si eres mujer y respondes : «el hombre», ya se atisba cómo van las cosas con tu pareja ( y viceversa)
Si eres de los que contesta: » el culpable», lo mismo.
Cuando hay un conflicto, por lo general, ambas partes creen tener razón, así que  ese tipo de respuestas no sirven.

¿Cómo esperar que el culpable ( el otro) dé el primer paso

si él piensa que el culpable eres tú?

En esa espiral el argumento de que actúe el que causó el daño no sirve para restaurar lo perdido.

Si te crees con la razón, y eso te impide dar el primer paso, habrás ganado la batalla ( en tu ego solo) y serás como el rey de El Principito, ganador, con el poder,  pero solo.

 

Y por definición, un rey (  o un ganador) solo, no es nada.

Así que, si eres una persona orgullosa, criada como casi todos en la idea de: «quien la hace la paga», y esperas que sean los demás los que muevan ficha, ten cuidado.
Encontrarás a gente dispuesta a hacerlo, y eso solo hará que alimentar más tu ego y tu decisión de esperar siempre que sea el otro el que se «rebaje» Y pasará que quizás un día, la persona que más te importe no lo haga, y sencillamente la pierdas. La pierdas por puro orgullo convertido en estupidez. Porque así es como vemos al rey del cuento: un estúpido.

La respuesta entonces sigue sin ser clara. ¿Quién da el primer paso?

El conferenciante contestó:

-«El más maduro de los dos»

En otro proverbios antiguos he encontrado la versión que dice que  es «el más sabio de los dos».

La madurez no es solo tener más  y mejores cualidades que el otro. Puede haber gente muy humilde y muy inmadura.
La madurez, o la sabiduría, la da la experiencia de saber o llegar a divisar  el resultado de nuestras acciones antes de que ocurran.
Una persona madura, aunque tenga orgullo, aprende a controlarlo y a pasar por encima para recuperar algo o a alguien que le interesa tener.
Una persona madura sabe que pedir disculpas no es una debilidad.

Y una persona madura sabe que si su acción no tiene la respuesta esperada tampoco es para martirizarse de por vida.

Uno hace su parte esperando la respuesta correspondiente de parte del otro. Si no llega, es cuestión de esperar, manteniendo las vías abiertas.

En un mundo perfecto todos responderíamos bien a la primera. Pero no es un mundo perfecto, y nosotros somos la gran prueba de ello. Y todos tenemos una gran mochila que a veces nos condiciona demasiado.

Estos días una amiga contaba que hace años alguien se apartó  de ella sin saber muy bien por qué, sin dar explicaciones, molesta y sin querer escuchar una disculpa o tener una conversación para aclararlo.
Me recordó a algunas personas que tras un tiempo de bastante cercanía un día decidieron desaparecer sin más. Ni un adios.

Intenté preguntar, saber qué pasaba, y nada. No pretendía retomar una relación que la otra persona no quisiera, pero al menos despedirnos en condiciones.

Un par de estas personas que pasaron por mi vida nunca respondieron.

Y por supuesto ante esto solo queda el respeto a la voluntad del  otro. Con tristeza, con curiosidad incluso, pero respeto al fin y al cabo.

Quiero pensar que algún día les llegará la madurez para asumir qué les impedía tan solo decir un adios.

Mientras tanto yo estoy tranquila, porque mis vías de comunicación están abiertas. Es lo único que podemos hacer. Mantener la puerta abierta y algún día recibirles sin reproches.

Cuando has tenido cariño por alguien es una pena que eso desaparezca sin más.
Y ahora que estoy aprovecho para pedir disculpas a esas personas a las que yo no dejé disculparse y retomar el contacto en su día… definitivamente era muy inmadura.

Ojalá me leáis, ojalá me déis la oportunidad de deciros que lo siento en persona.

Algo más que «la niña lista»

Que nos pasamos la vida jugando el rol que nos marcan es algo que ya casi nadie discute. En este post de mi otro blog hablaba sobre ello, aunque lo enfocaba al rol de padres. No etiquetar, dejarles libertad para desarrollar todas sus facetas y que sean ellos mismos los que decidan cuál o cuáles potenciar.
Hoy hablo de los adultos, de nosotros los que ya hemos crecido asumiendo un papel.

Muchos nunca tomarán conciencia de ello y seguirán como siempre, cumpliendo las expectativas marcadas desde fuera. O peor aún no cumpliéndolas y sintiéndose perpetuamente fracasados.
Otros, muchas veces tras una crisis, se pararán, pensarán y se darán cuenta de la realidad.

Ser «la lista», «la guapa», «el mayor», «el consentido» nos ha acompañado toda nuestra vida… pero ¿somos eso realmente? O mejor aún: ¿queremos ser solo eso?.

He comentado ya que el taller «Sácate Partido» surgió de las reflexiones para un post «Más que guapas»  y de mis propias experiencias .

Yo he sido, no una niña «lista», sino «LA lista» y sé lo que implica ese cliché. Además soy «la mayor» «la responsable»… con todo lo que eso condiciona a una niña que se pasa la vida oyendo eso de:
«cede tú que eres la mayor» o «tienes que dar ejemplo».

Claro que mis hermanos y primos no lo tenían fácil…. ir detrás de la que saca 10 en todo…

El  caso es que no era especialmente mona, tampoco era fea, era «normalita». La guapa era mi prima que era rubia  y luego,  mi hermana que era un bollito de esos comestibles… (mi hija se le parece mucho ♥-♥).

Así que entre enseñarle a las visitas lo bien que leía el periódico con 4 años y dar ejemplo a mis primas, ya me gané mi papel en el teatro familiar´:

«Nohemí es muy lista y muy responsable»

Y cuando ese es tu papel, el de guapa es para otra…. y tú pues vas creciendo con esa escala de valores: ser lista es mejor que ser guapa.
Como si alguna de esas dos características fuera a asegurarte la felicidad, cuando no es así.

Con estos antecedentes, más una adolescencia difícil y una mochila familiar de descontento con lo femenino… os podéis imaginar.

Tardé años en aceptarme y algunos más en gustarme.

Pero lo conseguí.

Por primera vez tengo conciencia de que mi cuerpo, y mi imagen son algo más que el envoltorio de mi cerebro. Que soy  mucho más que una niña lista o guapa o responsable  o cualquier otra etiqueta que los demás vean en mi… que soy todo eso y mucho más.

 

Y de lo que he aprendido y experimentado en todo el proceso de forma personal y de lo que he visto en las mujeres que me han rodeado desde que tengo conciencia y de los recursos y herramientas que he ido encontrando e incorporando a mi vida es con lo que me lancé a montar los talleres «Sácate Partido».

Sé lo que piensa mucha gente de él, lo que inspira el nombre, lo que creen que hago y digo . Porque yo cuento muy poco del taller y eso siempre da lugar a suposiciones y especulaciones.

Prefiero que lleguéis un poco «vírgenes» o que leáis los testimonios de las que han aisistido para que os hagáis una idea, o que leáis post como el que ha escrito Carolina en su blog y que os copio:

 

«Aprendiendo a ‘Sacarme Partido’ 🙂

 
He decidido volver a mi pobre y abandonadito blog con una experiencia reciente que he tenido. Que además viene al pelo con la fecha de mañana, 8 de marzo.
 
Es una pequeña reflexión sobre la mujer  y la belleza. Espero que no la típica.
 
Mi amiga Nohemí Hervada dirige unos talleres, presenciales y online.  Uno de ellos, el Sácate Partido, siempre había llamado mi atención. Pero como desde la negación, porque si hay algo en lo que creo que yo soy experta es, precisamente, en no sacarme partido de forma alguna J Yo reposteaba la info en facebook segura de que, dirigiéndolo Nohe,  sería un buen taller y podría haber muchas interesadas entre mis amigas. A mi misma me daba curiosidad, pero como yo le expliqué a Nohe, no me animaba a participar por mi ‘natural’ desaliento. Ese ‘pa qué’. ‘Pa qué, si no me va a valer para nada, si es que yo me conozco y luego no voy a aplicarme el cuento’. Ella me animó a participar y finalmente lo hice. Vaya que si lo disfruté.
Me gustó mucho la información y los tips, la organización del taller, cómo se explica ella… y el resultado más valioso para mí, en primer lugar, hacerme pensar.
 
Yo soy de esas mujeres que piensan que la belleza está fundamentalmente en el interior. De hombres y de mujeres. Y que, particularmente en las mujeres, la belleza es una suerte de excusa para el sometimiento. Nos llenan la cabeza con la tontería de ‘ser’ y ‘estar guapas’ desde la cuna. Es una condición para gustar. No para gustarse (en primera opción) sino para gustar a otra persona. Y desde esa creencia, la de que la belleza está en el interior, la belleza de lo exterior siempre me ha parecido superfluo y una frivolidad.
 
Creo que en esto siempre ha influido mucho el que yo nunca me he sentido guapa. En los papeles que nos toca vivir en esta vida, a mí me tocó el de ‘niña lista’.  Y ahí era donde sentía que tenía que destacar. Ni era guapa, ni iba a serlo, así que ¿para qué perder tiempo fingiendo que podía pretenderlo?
 
Luego vino la rebelión, y el encabronamiento. Si para gustar había que ser una muñequita, pues mejor no gustarle a nadie. Lo que siempre he visto una injusticia es que el mundo de las mujeres gire alrededor de su belleza, de la que depende su aceptación y su atracción, y el de los hombres no. ¿Para qué tantos esfuerzos, si ellos no se tienen que esforzar en nada?
 
Así que me colgué la etiqueta de ‘poco presumida’ y ‘descuidada’.  Soy la típica que sólo se pinta en las bodas y fiestas muy especiales (a veces ni eso), que no se pone jamás una crema, que casi nunca lleva tacones, que va a la peluquería una vez al año, con suerte, y que compra ropa en su mayoría funcional y la imprescindible.  La que piensa que con ir limpia ya basta.  Austera y espartana J porque lo que importa, va por dentro.
 
Bien. Pues el taller de Nohe me ha servido para tirar de un hilo. Porque aunque yo estuviera conforme con mi forma de ser (claro!), algo no acababa de cuadrarme. Porque aunque eso fuera lo que yo opinaba, a veces, me pillo mirándome furtivamente en el espejo y diciéndome ‘Ya te vale’. En los últimos tiempos, desde el nacimiento de mi hijo, he venido sufriendo un cambio significativo. Un trabajo de aceptación de mi misma, de mi persona, de mi imagen. Una especie de reconciliación. En un momento de mi vida en el que, aparentemente, no necesito hacer ‘nada’ para gustar, porque ya conseguí gustarle a alguien lo suficiente, descubrí que lo que necesitaba por fin era gustarme a mí misma. Lo que no había hecho nunca,  vamos.
 
Hace algunos meses, a raíz de una lectura que me gustó muchísimo, “Las chicas buenas no toman postre”,  y el emotivo artículo de ‘Mamá entra en la foto’, me dije un gran ‘ya basta’. Ya basta de no quererme, ya basta de no gustarme, ya basta de exigirme ser quien no soy. Ya basta. He ido haciendo pequeñas compras, intentando hacerme con prendas de colores y motivos alegres, y salir por fin del permanente ‘luto de las gordas’. Me he cansado de ser invisible.
 
Pero claro, es un gran cambio, y los grandes cambios no se dan de un día para otro. Había avanzado con la aceptación, con el cambio de color (o sea, del no color al color)… pero seguía arrastrando el pesado lastre de ‘yo es que no me arreglo’.
 
 
El taller de Nohemí me ha llevado a la conclusión de que arreglarse para resaltar lo mejor que cada uno tenemos no es una frivolidad, sino casi una necesidad. Porque todos necesitamos belleza, igual que necesitamos bondad. No el concepto de belleza estereotipada que nos venden en los medios, pero sí belleza. Armonía. Eso pasa por una buena salud, y un buen aspecto. Podemos  ser muy buenas personas, pero lo que otros perciben de nosotros a través de la imagen es mucho y muy importante también. Y lo que percibimos nosotros acerca de nosotros mismos! Qué importante para quienes trabajan o pasamos mucho tiempo en casa, quitarse el pijama,  y tener aunque sea un mini ritual de cuidado… J
 
Otra de las razones por la que en los últimos tiempos he renegado aún más de la cosmética es porque no soporto echarme potingues con montones de tóxicos.  Uso pastilla lo más ecológica y artesana posible, e igual con el champú, el dentífrico, el desodorante… mi excusa para no echarme cremas era no ponerme mierdas, pero eso, era una excusa, porque hoy existen buenas alternativas limpias y respetuosas con el cuerpo. Así que he hecho una pequeña primera inversión y he comenzado por lo más difícil para mí: el hábito J cuando sólo tenía un maravilloso cacao de labios hecho por una amiga, empecé a dármelo cada noche, antes de acostarme. Cuando tuve mi nueva hidratante, también. Y así, poco a poco, espero ir poniendo en práctica los consejos que saqué del taller.
 
Y comprendí que este cuidado no es sexista, ni exclusivo de las mujeres. Querer destacar lo mejor de uno mismo no tiene sexo.  Comprendí que el cuidado, y el mimo para con una misma no tienen que ver con la obsesión ni por la moda, ni por la delgadez, ni por la estética, que es lo que verdaderamente tiraniza a las mujeres y las vacía de contenido.
 
Y desde aquí, finalmente, quiero volver a agradecerte Nohe que me animaras a participar, porque esta reflexión me hacía mucha falta ;)»
 Gracias a ti Carolina por tu generosidad ♥

 

 

Una cena que da para un post

La semana pasada estuve en Madrid. Últimamente viajo mucho, que es algo que aunque me agota, me encanta. Me estoy quitando la espina de vivir en una isla y sentirme aISLAda a base de coger aviones.

Madrid sigue siendo mi «centro de operaciones» por muchos motivos… algunos de los que me leéis lo sabéis bien 😉
En este viaje último, mi amigo Mauricio Kruchik impartía un curso de  Reflexologia y Psicoprofilaxis  en el embarazo y puerperio que me hubiera encantado hacer. Pero como esta vez no pudo ser, me conformé con cenar con él, con mi comadre y socia en la Formación Continuum, Elena López y con la Dra. Marcie Bittan, a la que conocí en dicha cena.

Quedamos en un bonito y céntrico restaurante, de los «pijos» pero asequibles. Todo perfecto.

Allí estábamos, nosotros 4 en una mesa redonda… nosotros 4 y mi hija de 17 meses.
Eso ya sonaba raro, un restaurante un sábado noche, lleno y solo un niño, mi hija.

Sobre las miradas del personal  (clientes y empleados) al ver mi teta cada dos por tres fuera del vestido, ni voy a comentar, si acaso en mi otro blog…

Hoy voy a escribir sobre otras reacciones.

He de decir que mi hija es de esos bebés a los que les gusta  irse a dormir pronto. Que a las 21.30 ya pide cama. Y claro, llegó un momento después de esa hora en que ya se aburrió de picar comida, de jugar con los palillos, de ponerse la servilleta por la cabeza… y estaba cansada. Y ¿qué hace un bebé cansado?

Llora.

Y una que no es que sea mala madre, sino que era la única vez que recuerde que salía de noche a cenar, así en plan restaurante bien, desde hace ni sé cuántos años, pues intentaba levantarme, calmarla, distraerla, incluso dormirla. Pero mi hija, aunque no se lo crean algunos, no es adicta a la teta, y cuando quiere cama, quiere cama, no teta. Así que a pesar de intentarlo, no hubo forma de dormirla ni con teta, ni con paseos por el hall.

Evidentemente la necesidad de mi hija era estar en un ambiente tranquilo y dormirse. Pero en esa ocasión decidí que la mía era tener una noche de «adulta», y  como mis circunstancias son las que son, pues eso pasa por llevarla conmigo e intentar llegar a una especie de acuerdo entre ambas.

Obviamente un bebé no razona así que la perreta de mi hija al final de la noche era importante. Ella no entiende que a su madre le apetecía salir y mantener una conversación amena y divertida en un restaurante bonito con una cena y un vino buenísimos.

Ella solo entendía que no era su sitio.

El remate fue que en uno de los episodios de llanto, me levanté para no molestar al resto de clientes y al ir hacia el hall con ella en brazos escucho a una camarera decirle a otra:

«Esa niña debería estar durmiendo hace horas»

La camarera al verme aparecer justo en ese momento seguramente quiso que se la tragase la tierra… o no, vete a saber…

Lo que sí sé es que no me callé. Y mirándola fijamente con mi hija en brazos le dije:

 «Pues sí, pero si su madre quiere salir UNA noche de cena, pues se la tiene que llevar consigo. Porque  cada uno sabe lo que tiene en su casa, ¿¿¿verdad reina????

A lo que ella asintió y no hubo más conversación.

No digo que no tuviera razón, pero por un lado, si trabajas con clientes, una norma es : NUNCA hablar mal de ellos (  y menos si te pueden oír)

y por otro lado: ¡qué manía de juzgar lo que hacen/no hacen los demás!

Yo sé que ese día antepuse mi necesidad o deseo a la necesidad de mi hija. Y no necesito que nadie me lo recuerde.

Por otro lado: ¿se vería mejor haber contratado a una canguro desconocida para quedarse con ella y yo cenar tranquila ?

No pretendo dar lecciones a nadie. De hecho siempre digo que mi libertad de llevar conmigo a mis hijos implica también el reconocer si el lugar es apropiado para ellos. Por eso no hice un curso que me apetecía, por no meter dos días a mis hijos en un lugar cerrado y aburrido para ellos.

Y si escribo esto no es solo por criticar a la bocazas de la camarera (que por cierto se quedó sin propina por su metedura de pata), sino para reflexionar en voz alta en que vivimos en un mundo adultocéntrico.
Ojalá ese restaurante tuviera camas junto a las mesas… para haberme tumbado a dormir a mi niña y haber seguido la cena y la charla tranquilamente…


Ah no!!! Sitios así con camas son solo para parejas… los niños no son de este mundo

 Y por cierto… La cena… a pesar de todo… estuvo genial

Y Mencía se durmió cinco minutos antes de irnos,  siguió dormida la hora y pico de camino de vuelta a casa… y ya no despertó hasta la mañana siguiente… ( con sus tetadas nocturnas claro:-) )

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies