Seleccionar página

¿Necesitas su permiso?

Define la RAE  empoderar.

(Del ingl. empower).

1. tr. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. U. t. c. prnl.

Suelo empezar mis talleres preguntando si estamos en esa situación, socialmente desfavorecidos.

Es muy interesante observar las respuestas.

No voy a desgranar mi trabajo en el taller, pero os diré que en general tenemos poca conciencia de la realidad que vivimos y de la cantidad de veces que cedemos nuestra autoridad propia a terceros.

Toda nuestra existencia vivimos sometidos a autoridades externas que nos juzgan, opina, deciden, nos etiquetan… Nos enseñan la obediencia como único medio válido de crecer, y el cuestionamiento como algo intrínsiamente negativo.

Ya he escrito mucho en el blog Mimos y Teta sobre el tema de la autoridad que delegamos, sobre todo referido a nuestros hijos. Y no es extraño. ¿Cómo vamos a decidir con autoridad sobre otros si no decidimos con autoridad sobre nosotros mismos?

Ayer conocí por una noticia a Luz Rello y su historia:

Pincha en la imagen para leer la noticia completa

Esta joven investigadora ha recibido el premio al mejor investigador joven de Europa. Lo interesante de su historia es que ha llegado ahí tras un largo historial de suspensos. Ella misma cuenta:

He estado muchos años de mi vida suspendiendo muchísimo,

sentada en una mesa especial para niños fracasados.

Pensé en todas esas veces que juzgamos a otros con unos varemos determinados, que no son otra cosa que clichés o etiquetas que nos dan cierta seguridad porque delegan en terceros la capacidad de análisis.

Entiendo que en ciertas profesiones haya un criterio que garantice que quien practica cierta profesión o actividad cumpla unos requisitos mínimos de conocimiento, experiencia, capacidad, seguridad, legalidad, etc… pero en muchos otros campos, entre los que me muevo, cuando no hay una formación reglada, es curioso ver cómo seguimos queriendo un papel, un «título» decimos que diga que otro avale el trabajo de esa persona.

Parece cuanto menos curioso que en vez de preguntar y analizar el CV propio de una persona, nos fiemos más de una etiqueta o un trozo de papel, que en la mayoría de los casos lo único que garantiza es la asistencia y/o pago  de unos contenidos que alguien pensó que son los necesarios para desempeñar esa función.  A veces hasta desconocemos a la persona o entidad que ofrece ese título, y lo que ha exigido para otorgarlo, lo cual es el colmo de la paradoja.

Y no digo que no sea necesaria la formación para cualquier desempeño… digo que creo que algunas personas necesitan esa formación ordenada y escogida desde fuera, por terceros, y otros prefieren ir a su propio ritmo, según sus intereses, capacidades y aptitudes. Básicamente es el fundamento de la mayoría de los que optamos por el Homeschooling.

La cuestión que me hace reflexionar es la necesidad de etiquetado, cuando precisamente lo increíble del ser humano es la capacidad de inventar formas nuevas de enfrentarse a realidades cambiantes.

Profesiones que un día garantizaron éxito hoy son obsoletas. ¿Alguien fabrica hoy vídeos VHS?  ¿y Beta?…

En mi vida personal los últimos años he vivido  lo que se siente al ser juzgada por no tener un «papelito» … en su momento intentaba explicar cómo lo veía yo,  recuerdo discusiones largas, con amigas intentando hacerles entender lo que yo veía tan claro…

«¿Cómo va alguien en un fin de semana a avalar más que mi trabajo de 4 años?

¿Y alguien que llegue desde 0 a ese curso, tras dos días va a saber lo mismo que yo tras 4 años diarios de práctica propia y enseñanza a otros?

 Porque si nos fiamos de papeles nos van a dar el mismo…»

Yo me negué a entrar en ese juego, por convicción propia, porque confiaba en que algún día tuviéramos el sentido común y juicio necesario para darnos cuenta de qué es lo que hace que alguien esté preparado para desempeñar un rol cualquiera… Y sigo confiando en que somos nosotros mismos los que tenemos que ser sinceros y autoevaluarnos…
Uno sabe cuando es bueno en algo y cuando no. Y si no lo sabe no va a aprender delegando ese autoanálisis en terceros.

La honestidad es un rasgo para mi inseparable de la profesionalidad.

Hoy que yo misma trabajo ofreciendo formación intento transmitir esa idea: yo puedo ofrecer información, formación, recursos, soporte, medios, herramientas, evaluación… pero eso solo garantiza que te adelanto una parte del trabajo. Te resumo lo que yo he tardado muchos años en aprender. Pero eso es todo lo que Yo hago. El resto: captar, escuchar, asimilar, interiorizar, desarrollar, mejorar… eso es algo individual. NADIE puede hacerlo por ti.

No dejes que nadie te diga que no puedes si tú crees que puedes.

Pero tampoco te creas a quien te diga que eres lo que tú misma sabes que no eres. 

A Luz la calificaron de tonta y no lo era.  Pero en ese momento tampoco era el genio en que se convirtió después, cuando supo exactamente desde dónde partía y encontró la forma en la que ella podía aprender y desarrollar su máximo potencial.

El empoderamiento nunca es desde fuera, no lo olvides.

Siempre del centro hacia fuera

Siempre del centro hacia fuera

¿Solomon o Salomón?

Antes de leer mi post por favor entrad en este enlace y leed este artículo:

«La envidia y el síndrome de Solomon»


Al leer esa noticia todos estamos casi seguros de ser el que se mantenía firme en su visión a pesar de lo que les oye a los demás… pero la prueba es que la mayoría es influída por ese miedo a ser diferente, a ser el centro de atención, a ser la nota discordante.

Ese artículo me ha llegado en el momento justo. No para animarme a ser la nota discordante… os aseguro que lo traigo de serie…. a veces creo que la «h» intercalada de ni nombre fue el comienzo, el primer paso para no ser forzosamente como el resto.

Imagen tomada del artículo original de El País

Me llega en el momento justo porque justo estos días pasados tomé la decisión de ajustar mi trabajo para adecuarlo más a mis necesidades y objetivos.

Si leísteis el post «Está la cosa chunga» ya sabéis de qué hablo. ( Y si no… a leerlo 😉 ).
Esta semana le confesaba a una amiga que de pronto me di cuenta de que personas a las que no aprecio, sino que quiero, no me han dicho ni un solo comentario bueno sobre mi trabajo, sobre mis nuevos proyectos, sobre haber creado, lanzado y puesto en marcha un proyecto de formación pionero en nuestro país, y me atrevería a decir que en el mundo.  Que entiendo que pueda no gustarles, pero que yo si veo a alguien que quiero conseguir sus metas, me alegro por él.

Algunos de mis trabajos «nuevos» han chirriado en algunos sectores, no les parece igual lo suficientemente serio ni interesante, ni feminista, ni qué sé yo. Eso lo entiendo. Aunque luego me choca que fuera de la galería sí me pidan opinión relacionada o incluso un taller privado.

Esto me hizo un «click» en mi mente.
Primero el click de preguntarme ¿por qué me afectaba? ¿por qué estuve unos días de mal humor, incluso triste?

Pensé que igual era mi ego, que como siempre digo, seguramente no lo tengo tan a raya como debiera.

Pero en este caso no era mi ego ( o no en su totalidad), era mi corazón.
Empecé a decirme que es normal que la gente en general pase de lo que hacemos… pero siendo sincera, la gente no pasa de mi. Soy afortunada, mis trabajos tienen respuesta, la gente los compra y lo mejor es que después están contentas con esa inversión. No me siento una vendedora de humo.
Por cierto al hilo de esto un inciso, que justo hace dos noches alguien me escribió acusándome de lo peor por dar poca información de mis talleres. Yo le dije que la gente  a veces paga mucho más por ir a una obra de teatro y tampoco saben de qué va o si les gustará. Que yo he explicado lo que creo necesario   y que tienen la opinión de los testimonios de quienes ya han asisitido… Y que cada uno vende lo que quiere y como quiere…
Su respuesta: soy una charlatana. Mi respuesta a eso: ninguna. Vale más mi tiempo. Y yo no obligo a nadie a verme ni a oirme ni a comprarme.

Como decía, me siento dichosa de tener mucha gente que me aprecia, mucha más que la que me desprecia… entonces… ¿por qué me sentía tan mal?

La respuesta es sencilla: porque las quiero.

Cuando quieres a alguien seguimos siendo como niños esperando aprobación. Queremos que nuestros amigos lloren con nuestras penas… y  que también se alegren con nuestras alegrías. Y en estas últimas semanas, me he dado cuenta de que si tenemos poca costumbre de llorar con los que lloran… aún tenemos menos de alegrarnos con los que les va bien.

Segundo: el click de darme cuenta de  hacia donde tengo yo que seguir trabajándome mis propias historias.

Esta semana en la formación Continuum contamos con un experto en marketing, Carlos Cano,  que escogió esta frase como slogan de su participación:

«No hay que temer la competencia sino la incompetencia propia»

 Y cuanto más la leo más de acuerdo estoy..

De hecho me voy a atrever a versionarla y a decir que :

«Cuando vea a alguien que tiene éxito, si no me alegro, mala señal»

O buena señal, que todo es relativo. Igual me da las pistas de hacia dónde tengo que seguir trabajando… que no es poco.

Lo positivo es que todo lo que nos acontece nos enseña qué personas son las adecuadas para acompañarnos en cada parte del camino. Del mismo modo que hay una herramienta para cada trabajo, hay personas para cada momento.
Yo en este momento tengo la dicha de trabajar con las que yo he elegido y creedme que no hay dicha mayor.
Somos competencia, nos dedicamos la mayoría a cosas relacionadas,  por separado somos buenas… pero ¿sabéis qué?

Que juntas somos increíbles

Y nos va bien

Y tenemos éxito

Y yo me he librado al menos un rato del complejo de Solomon y no me importa decirlo.
Dejo la falsa modestia para quien se deje engañar por ella.

Y he preferido escuchar a otro Solomon… el rey Salomón, que hace miles de años ya dijo:
«No hay nada mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno. «(Eclesiastés 2:24)La Nueva Biblia de los Hispanos (© 2005 Lockman)

 

Y para teminar un apunte sobre el post del otro día… para que mis detractores vean que acepto las críticas. Que yo cobre por mi trabajo no significa que no tenga en consideración que hay gente que de verdad no está en situación de gastar ni 1€. Desde el principio de empezar a cobrar mi trabajo ofrecí la posibilidad de un trueque por otros trabajos. Esa oferta la he mantenido SIEMPRE.  Siempre comento que si alguien de verdad quiere o necesita hacerlos no puede pagar que me escriba. No regalo mis talleres salvo si quiero, porque eso no contribuye a que las personas en situación precaria mejoren. Les acepto el compromiso de pagarlo cuando puedan ( no les pongo fecha, nunca lo he hecho) o de hacer trueque.
Y no voy a volver a comentar más sobre este asunto.
Sed felices.♥♥♥

 

«Dedicado a mis compañeras de camino: Carol, Elena, Merce, Trini y Vega.»

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies