Nunca me gusté.
Así, como suena.
Odiaba mi cuerpo, odiaba mis piernas, mi culo, mis caderas, mi pelo, mi nariz…
YA he escrito en otros post sobre mi relación con mi cuerpo y cómo cambió a raíz de mi primer embarazo. Si he de ser sincera creo que mi matrimonio también influyó. Imagino que saberse querida y deseada sube la autoestima. Pero como la autoestima debe ser eso, «auto» , propia, al final o acabas queriéndote tú o da igual lo que te digan los demás.
Las fotos eran el reflejo de esa relación con mi imagen, por eso casi nunca salía. No me gustaba en casi ninguna, no sabía posar, nunca sonreía en las fotos. En las pocas que tengo de esos años parece que aceptaba salir como si ni tuviera más remedio.
Hace unos años eso cambió. Empecé a mirarme, a reconocerme y a gustarme y las automotor tuvieron mucho que ver en ese proceso.
En uno de mis talleres de desarrollo personal siempre recomiendo ponerse frente al espejo y fotografiarse, y mirarse, y posar, de todas formas posibles. Ver y reconocer todas las personalidades dentro de una. Incluso las reprimidas, las que no queremos dejar salir o las que los demás no quieren ver.
Y esta semana por fin, después de mucho tiempo con ganas me he lanzado a hacer el curso de Rebeca López de kisikosas, IloveMe.
Voy a intentar aprender algo de fotografía y a sacar de mi algo más que una foto donde salga mona.
Ayer empecé y de mi primera sesión, de la segunda tirada de fotos saqué la nueva foto de portada del blog
Me he planteado el reto de hacer un 365, es decir un reportaje con al menos una foto por día durante un año.
No sé si lo lograré, pero al menos lo intentaremos.
Bienvenidos a este repaso por mi vida en imágenes
Esta fue la primera… ni quitar el flash sabía de la cámara 🙂