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Hoy te echaré de menos

Hoy te echaré de menos

Hoy te echaré de menos
No por el día que es,
que es otro día sin más

Hoy te echaré de menos
Porque me gusta tenerte cerca
mirarte, besarte o solamente conversar

Hoy  echaré de menos
tus miradas que escudriñan
mis miradas evasivas

Hoy te echaré de menos
cuando busque en mi almohada tu olor
y mi cuerpo frío en la cama tu calor

Hoy  echaré de menos
Los momentos de lujuria  y desenfreno
y las lágrimas que a veces se me escapan
cuando abro las compuertas de mi cuerpo

Hoy te echaré de menos
aunque sepa que es un día
que mañana nos veremos

Hoy te echaré de menos
y mañana  y pasado y cada día

Echaré de menos tu mirada
echaré de menos tu presencia
echaré de menos cuando hablamos
y echaré aún más de menos los  silencios

Y mañana cuando al fin estés conmigo
aunque no  lo creas
echaré de menos tus ausencias
Porque ellas me hacen recordarte
Porque cuando tú no estás te pienso
y echándote  así, tanto de menos
creando versos que te acerquen yo me inspiro

Baila con quien te sepa llevar

Baila con quien te sepa llevar

«Es un Vals y sólo hay una regla»
dijo el pirata:
«Baila con quien te sepa llevar»

El pirata y la salvadora

 

Baila como si no hubiera mundo
Baila con el alma y con los pies
Baila perdiéndote en esos ojos
que lanzan promesas de un después
Bailo avivando así el deseo
Bailo  y me siento  estremecer
Bailo en los brazos de un pirata
Bailo respirando el aroma de su piel
Bailo aunque la orquesta ya no toque
Bailo hasta que paren nuestros cuerpos este baile
Y bailemos otra danza sin cuartel
Manos, dedos, bocas, cuerpos
Todo es baile, todo es ritmo
Melodía de suspiros por doquier
Llévame pirata hasta tu nave
Llévame, baila conmigo y ámame
Más allá de las 12… hasta el amanecer

¡Chas!

¡Chas!

Ayer puse el blog privado.
Al parecer, este rincón que solo lees tú y algún otro más, molesta por su crudeza en algunos temas.
Hoy he decidido que lo dejaré cómo estaba.
No lo difundo, no lleva mi nombre, no le doy bombo… pero lo quiero así. Lo quiero abierto.
Ya he cerrado demasiadas cosas y escondido demasiadas otras.
Cuando perdí a mi bebé viví en carne propia el rechazo que nos produce el dolor ajeno.  Me veía pidiendo perdón por llorar. Hasta que me di cuenta de las connotaciones que tenía hacerlo.
No pienso pedir perdón por llorar, o por querer, o por no querer, o por odiar.
No pienso pedir perdón por ser sincera.
No pienso fingir para que te sientas mejor. No aquí. No con estos temas.
No pienso decir «te quieros» para conseguir cosas, para que la otra persona se sienta plena y satisfecha, para que sus egos se ensanchen, para que creas que soy lo que no soy.
Las palabras son palabras, fáciles de pronunciar. Algunas a base de repetirlas sin ton ni son se han convertido en palabrería.
Intento no caer en eso.
Pero al parecer hay una especie de reglas del juego colectivas que dicen que hay que encajar en sistemas preestablecidos, con normas claras y definidas y etiquetas y roles.
Y nos parece que las personas no podemos crear nuestros propios sistemas. Los que decidan los implicados, tomando de lo que hay esto y dejando aquello.
¿Soy egoísta?
Pues probablemente. Porque en el fondo lo somos todos. Creo que salvo en las relaciones padres-hijos, la mayoría de las demás son todas egoístas. Basadas en lo que obtenemos.
El llamado amor debe ser la más egoísta de todas. Queremos por cómo nos hace sentir, por lo que obtenemos, por lo que mostramos al mundo que tenemos.
¿Por qué no adaptar ese egoísmo para que las relaciones sean lo que esas personas decidan y solo ellas?
¿Por qué enaltecemos la sinceridad si luego no soportamos oír la verdad?
¿Por qué nos duele el engaño?
¿Porque nos engañaron, porque no nos dijeron que nos engañaron, porque nos dicen ahora que un día nos engañaron y nos sentimos doblemente engañados, porque nos engañamos a nosotros mismos creyendo que esta vez sí, que esta vez iba a funcionar y no fue así?
¿Nos duele que nos fallaran?
¿O nos duele haber apostado y perder?
¿Nos duele por el ego?
Siempre es el ego.

Quería las buenas noches y los buenos días.
Mirar el cielo desde una duna
Mirar tus ojos que me leían
Bailar en la calle,
o en mi casa o en la tuya
Bañarme en el mar, de noche  y desnuda
Perder la ropa
y encontrarla
Reírme de todo
De lo gracioso y de lo penoso
Las Caricias a escondidas
Besos robados y entregados
Pedidos y regalados
Pero besos que sabías que me gustaban
Quería quererte
Sin ataduras
Yo contigo, tú conmigo
Sin terceros opinando
Quería ser viento
¿recuerdas?
Quería ser meta
Y el punto de partida de tus carreras
Quería esa pintadera
porque era tuya
Quería la niña de la pulsera
niña que tú ya conocías
Quería la caja mágica
por buscarla y encontrarla para mí
Quería los «chas» de madrugada
Yo quería todo eso
Nada más y nada menos
Pero «eso» era magia
y ya no soy una niña
Y ahora ya sí sé
que no existen ni los «chas» ni  la magia.

Dos años, dos

Dos años, dos.
El principio del fin que ya veía.
Tu distancia de mí en la misma cama
Tu tristeza y tu dolor  en mi compañía
Dos años, dos.
Intentando resolver todas tus dudas
Preguntándome por qué  me reclamabas
Y al estar contigo me rehuías

Ahora sé lo que entonces intuía
Que después sólo hubo parches
Que me usaste de muleta sólo para levantarte

Tendría que haberte dejado ese mismo día
Cogí un tren, es verdad, un tren que volvía
Confundí el cariño con amor
EL miedo a  la soledad con el querer
La entrega con el placer
Y ahora lo sé
Tú no me querías.
No sé si me quisiste alguna vez
O si mentías

Tantas cartas, tantas frases, las canciones…
LAs promesas, planear las vacaciones…
Un concierto, un disfraz, esos tacones…

Cuando creo que soñé
porque tu olvido me lo impone
sé que todo lo viví
que fue real, que lo vivimos
Aunque ahora ya no importe.
Aunque ya no quede nada entre nosotros
Aunque tenga yo razón cuando te dije:
«No me mientas, es el fin
Sé que ya no te tendré ni como amigo»

Duele el alma
duele el ego
duele el cuerpo
Duele que me hicieras tanto daño
Duele la mentira  gratuita
Duele en lo que tú me has convertido
Duele cuando sé que ya no siento
Duele porque espanto a quien me quiere
Duele porque a veces sin quererlo
se me escapa tu nombre y tu recuerdo
Duele no olvidarte
Duele que te llore tanto tiempo
Duele imaginar que me olvidaste
Duele la vergüenza y la impotencia
Duele darles la razón
Duele  el tiempo malgastado
Duele recordarte en cada estrofa
Duele el alma
Duele el ego
Duele el cuerpo

¿A qué sabes?

Sabes a alegría, a canciones, a poesía
Sabes a a sonrisas, al café de cada día
Sabes a aventura, a arriesgar por ti mi vida

Sabes a tertulia, a confidencias y  susurros
Sabes a 1000 besos,  a los mios y los tuyos
Sabes al primero, al postrero y a ninguno

Sabes a secretos, que confieso  y no confieso
Sabes a mis dudas, que te quiero y no te quiero
Sabes a lujuria, a mis placeres  y deseos

Sabes a  pecado, a abandonarme sin pensarlo

Sabes a futuro, a planearlo todo juntos

Sabes a mañana, a «aquí estaré como si nada»

Sabes a qué sabes
porque sabes que en mi boca está tu aliento

Sabes a qué sabes
porque sabes a que sé cuando te beso

Sabes a qué sabes
porque sabes que mi cuerpo sabe a tu cuerpo

Llueve y yo…

LLueve
Y la lluvia siempre me trae cierta nostalgia
Los días de lluvia sólo quiero acurrucarme, calentita,   hecha un ovillo y no pensar.
Hoy me duele la cabeza.
Quizás porque he dormido mal,  últimamente sueño que pierdo aviones, que no llego.
O quizás porque  me he puesto a recordar.
¿Puede doler un recuerdo? ¿Puede el ayer causar hoy esos efectos?

Siempre he pensado que mi cuerpo era más sabio que yo.
No piensa, solo siente.
A veces querría ser sólo cuerpo y no pensar, sólo sentir.
Dejar de preguntar por qués y cómos, dejar de plantear posibilidades y sencilamente dejar ser y dejar pasar…

Lo estoy intentando. Lo juro.
Vivir en el presente y no sentir el pasado.
Y no condicionar mi hoy por el futuro.
Pero no veas si cuesta…
¡Odiosa memoria!
¿Por qué no borra lo que ya no es?
Deja las secuelas,pero vete… vete para  siempre o para nunca.

A veces no sé si desear no haberte conocido. Y a veces, sólo a veces,  me sorprendo recordando instantes de magia y melodía.
A veces  consigues revolverme , alterar mi vida ya de por sí movida.

Abriste una puerta,  y lo sabes.   Dejaste una huella.
Otras pisadas, pisan sobre un rastro viejo. Y yo sin saberlo, solo deseo que no haya huellas, ni rastros, ni pisadas … Que al final son cicatrices en mi alma.
Que tus silencios sean eternos, que sea verdad que me olvidaste. Y olvidarte yo, de una vez y para siempre.
Extirparte debo, de mi vida, de  mi cuerpo, de mi recuerdo.
Y a veces quiero… y otras… así soy yo de inconsciente,
… otras, no quiero.

 

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