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Hoy iba a escuchar una de mis canciones preferidas del disco de Vetusta Morla: Fuego, y me ha aparecido este anuncio antes del vídeo

Justo ayer iba conduciendo hacia las Palmas  (aquí podéis ver dónde fui y a qué) e iba pensando en escribir algo sobre el Valor.
Y veo este spot con este título:

«El valor de decir Sí»

La vida se compone de momentos en los que decimos Sí. 
Habrá quien piense que a veces decimos «No», y quizás tenga razón. O mejor dicho, seguro que tiene razón. Porque cada uno al final tiene su propia verdad.
El caso es que cada vez que decidimos decimos «Sí» a nuestra elección, aunque signifique un «no» para otro.
Cuesta asumir que al final todo lo que hacemos es lo que en el fondo queremos hacer.
Ayer mismo por la mañana le decía a una amiga eso tan típico que decimos cuando nos enfadamos con los hombres:
-«Son todos unos cobardes».
Y lo cierto es que en un momento dado, lo vivo así, lo juzgo así, lo creo así, y lo digo así. Cuando la realidad es que a saber lo que es cada cuál.

Igual la cobarde soy yo que no me atrevo a dejar que me quieran de un modo diferente al que yo creo que merezco. Igual me da miedo que no estén del todo a no ser que me lo prometan de forma solemne… o no. Como si una promesa significara algo.

El caso es que las palabras nos traicionan. Y nos traiciona seguir viviendo en momentos inexistentes.
Ayer escribía al hilo de un comentario de una amiga :

Perderse el hoy por vivir en el mañana,

una trampa que nos deja sin hoy y sin mañana

Hace unos años mi «mañana» lo tenía clarísimo. Juré por ese mañana, hice votos por ese mañana.

A cada momento que vivimos vamos formando el camino, antes de poner nuestro pie no había nada. Y dedicar tiempo a dibujar ese camino y a  decorarlo  se me antoja absurdo. Sobre todo si por ocuparse en ello, no disfrutas el presente, no caminas.
Es como si quisiéramos edificar un edificio comenzando por el tejado, sin poner los cimientos.

Puede que para algunos su presente sea vivir planeando el futuro.  Que esos sean sus cimientos. El problema es que ya es bastante difícil planear el de uno como para meter a más gente en la ecuación.
EN fin, que desvarío.
Que me quedo con el valor, con el coraje de decir Sí. A lo que se quiere, a lo que se desea, a lo que se renuncia incluso.
Porque como ayer me escribieron:

«La Magia de saber que todo empieza siempre»
Lo que acabó no fue un NO.
Fue un Sí a algo diferente.

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