Hay gente a la que recuerdas
gente a la que no recuerdas,
gente a la que olvidas sin más;
gente a la que te empeñas en olvidar
Y gente a la que querías sencillamente borrar de tu vida.
Soy de las que cree que todo no enseña
Que hasta de lo peor se aprende
Que mi «yo» de hoy es consecuencia de todo lo vivido
pero hay experiencias que te generan ASCO
Así, en mayúsculas: ASCO
Y te preguntas cómo una vez compartiste tiempo y espacio
Cómo llegaste a permitir que te tocaran
Personas que consiguen revolverte literalmente las tripas
que destilan un olor nauseabundo aunque estén lejos
Ayer escribía que me rozaban el alma aun en la distancia
y hoy escribo cómo mi cuerpo reacciona con la misma sensación de tragar vómito ajeno
No se me ocurre nada más visual para explicarlo
Vómito podrido
Personas llenas de odio y maldad
Como los cuerpos muertos se llenan de carne putrefacta, larvas y gusanos.
Pido perdón a mi cuerpo por haberle dejado en esas manos
y sólo espero que algún día me lo otorgue.
O mejor no.
Porque al parecer el asco es una emoción necesaria para garantizar la vida, protegiéndonos de cosas que podrían transmitir enfermedades.
Del mismo modo este asco de hoy me recordará que hay gente tóxica, mala, dañina, embustera, rencorosa y misógina.
Mi asco va conmigo para recordarme la suerte que tengo de haberme alejado.
Para recordarme que como el vómito en la calle, que todos bordean para ni pisarlo, la gente como tú morirá sola.
Ayer me hiciste un regalo, de esos que no cuestan nada. Ayer se te escapó un trozo de alma por la boca, creo que sin querer, y se vino conmigo.
No estábamos solos, hablabas feliz con tu amiga, oyendo su historia que nos sonaba tan parecida, quizás demasiado pensaba yo. Y pasó.
Por primera vez nombraste lo que mi alma intuía, lo que creía leer en tus ojos. No sé si fuiste consciente, o si te salió de forma espontánea y lo consciente hasta ahora era taparlo.
Da igual. Por primera vez sentí que esas dos líneas separadas se encontraron, pro fin en un mismo momento en una misma intensidad.
No es fácil, igual no dura siempre, o sí, quién sabe, pero fue real.
Y como tú me has dicho hoy, siento cómo a veces, aunque no estés a mi lado me rozas el alma.
Como el viento se nota en la piel aún sin verlo. Como la emoción que sin palabras nos eriza la piel. Como ese escalofrío que nos recorre como un relámpago provocado tan sólo por un recuerdo.
Si cierro los ojos y pienso en tus besos, reacciona todo mi cuerpo.
Cuando no estás añoro tus caricias, las de la piel, y las otras.
El alma no es algo invisible que nos abandona un día. El alma es la energía que nos anima, que puede hacerlo sola, pero que cuando encuentra compañía, lo hace todo con alegría.
Y mi alma baila, como baila mi cuerpo cuando paseamos juntos. En medio de la gente, o solos, con o sin música. Baila porque baila el corazón cuando hay amor.
Me gusta tu olor, como el olor del café por las mañanas
Me gustan tus abrazos, como oír llover fuera cuando estás en tu sofá bajo una manta
Me gusta tu sonrisa, como una puesta de sol que antes de irse ilumina
Me gustan tus ojos, asomarme en ellos y ver lo que deseo
ME gusta cómo caminas, y que de pronto te pares, me susurres y me beses
Me gusta que me sacas a bailar, en la calle, porque sí, y que me animas a cantar
Me gusta cuando me hablas, y te beso y te interrumpo
Me gusta tu calma a ratos, lento, muy lento y despacio
Me gusta tu hueco en mi almohada
Me gusta que me calientes mi lado de la cama
Me gusta dormir-me-mi-contigo
Me gusta creer que sueño y despertarme y que estés conmigo
Me gusta esperar el día de nuestra cita como chiquillos
Me gusta contarte cuentos, mitad reales, mitad invento
Me gusta vivir historias que escribiré para el recuerdo
Me gusta que yo te guste, que se lo grites al viento
Me gusta gritarlo yo, porque es así, porque lo siento
(…)
Y hablaron, y quedaron, y salieron, y se miraron a los ojos, y ella desnudó el alma a través de ellos. Y se abrazaron. Y ahí empezó todo.
Ese abrazo que él le dio sin saber my bien por qué y ella sintió como un refugio. Un reposo de segundos que parecía detenerse en el tiempo.
Un cuerpo tan extraño y tan cercano a la vez. Tan de verdad. Un abrazo que la envolvía y la desnudaba a la vez.
-«¿Cómo seguir fingiendo después de esto?» (pensó ella)
Y sus lágrimas cayendo le recordaron esa sensación de tristeza en la que se había acostumbrado a vivir. Le era tan familiar que ya ni la notaba.
Ese dolor y esa tristeza que se le escapaba por la piel y por sus ojos cuando alguien se tomaba el tiempo de tocarla de verdad, o de mirar dentro.
Dolor que anestesiaba con otros dolores. Tristeza que disfrazaba como sólo ella sabía.
Se separó de ese cuerpo cálido y acogedor, aunque se hubiera quedado allí eternamente. Se limpió las mejillas y le dijo: -«Lo siento, pensarás que estoy loca»
Y seguramente, en cierto modo, el deportista lo pensó. No loca de perder la cabeza, sino loca de las que pierden el punto en el horizonte por caminar mirando atrás.
Pero le intrigaba esa mujer que escribía todo lo que le pasaba y que inventaba otros finales para sus cuentos. Le atrajo su intensidad y el contraste entre lo que se veía y lo que se intuía.
Y decidieron verse otro día, con menos prisas y más verdad.
La escritora pasó esos días pensando en ese encuentro, en esa conversación, en las confesiones ante una taza de té, en el llanto no invitado que quiso aparecer, en ese abrazo que sintió necesitar y se atrevió a pedir.
Pensó en su primera impresión al verle. Muy alto, muy delgado, gesto serio. Y calma, mucha calma. Eso que ella admiraba por antojársele imposible.
Y esos ojos que la miraban mientras hablaba. Como si no le interesaran las palabras sino el alma que se escondía en toda su verborrea.
Y su pregunta, LA PREGUNTA, que le cayó como un jarro de agua fría. La que le mostró que ese hombre no era común, que era de los que estaña acostumbrados a afrontar retos y al parecer se había propuesto saber la verdad de esa mujer de ojos intensos y que tenía la misma facilidad para reír que para llorar. -«¿Y a ti qué te falta?»
Una vez oí que todo lo que hacemos en la vida está motivado desde una de estas 2 emociones: el miedo o el amor.
Desde entonces a menudo cuando tomo una decisión me pregunto desde dónde la tomo.
No siempre es fácil distinguirlas, a veces parecen la misma cosa. Sobre todo porque la idea de amor que tenemos en general está bastante distorsionada y porque nuestra propia mochila está muy cargada con cosas que nos hacen difícil pensar de forma coherente. Nuestra mochila tiene mucho de todo… menos de autoestima.
Cargamos con inseguridades de las que a veces no somos conscientes, que sólo comprendemos cuando nos decidimos a mirar quiénes somos y de dónde venimos. No es fácil. Es un camino doloroso mirar a ese bebé y niño que fuimos y saber que a pesar de todo el amor que se nos quiso dar, en la mayoría de los casos no fue suficiente.
Se convenció a nuestros padres que era mejor parir en un hospital, con anestesia, dejarnos dormir en el nido y darnos biberones, que eran mucho más modernos y liberadores. Nos arrojaron a lugares donde se «guardaban» niños, como quien deja el coche en un parking esperando a que salgamos de trabajar.
Algunos fuimos criados por abuelas, quizás en semanas alternas.
Y crecimos con poco brazo y mucha Tv.
Rara es la persona que tuvo un maternaje satisfactorio y satisfaciente. Y esa realidad por ser lo común no deja de ser devastadora para una sociedad compuesta de adultos con una carencia primal que nos empeñamos en llenar con otras personas, o con cosas, o con emociones.
En esa sopa orgánica de seres insatisfechos, vamos creciendo con la expectativa de que la felicidad la tendremos junto a alguien en concreto, esa persona que colmará nuestra necesidad. Y así toda la literatura y todo el arte irán moldeando nuestra conciencia colectiva para soñar con encontrar a alguien perfecto.
Alguien que el Universo o Dios o el Destino ha puesto especialmente para nosotros.
Y un día creemos encontrarla: la persona perfecta. Y flotamos, y estamos felices, eufóricos, y en vez de caminar, levitamos al pensar en ella.
Y ese éxtasis que provocan nuestras hormonas junto a ese ser especial: dopamina, oxitocina, nos engancha y nos hace querer repetir.
Y confundimos placer con amor. Confundimos vínculo con necesidad.
Y lo que creemos que es amor es miedo. Miedo a perder, miedo a estar solos, miedo a quedarnos sin esa recompensa, sin ese chute, sin esa emoción.
Entonces alguien nos dice que el apego en ese sentido es una trampa. Que cuanto más quieras retener algo, más lo alejas de ti.
Yo a nivel intelectual lo entiendo perfectamente, le veo la lógica incluso. Porque sé que la felicidad propia depende en primer lugar de uno mismo. Y que el amor empieza por uno mismo.
Pero luego analizo mis propias vivencias y veo lo difícil que es no caer en esa utopía de sentirse colmado con otra persona.
Yo soy intensa para todo. Para amar también.
Seguramente cuanto más intensamente amemos más necesidad manifestamos de llenar un vacío interno.
No sé si se puede cambiar, no creo que sea fácil vivir con el desapego como meta. Lo que sí sé, es que es necesario tomar conciencia de cómo amamos y distinguir el amor del miedo.
Yo he tenido ( tengo) tanto miedo que dejé que el amor se transformara por completo.
Dejé de confiar y de creer y empecé a temer. Y el temor me hizo olvidar.
Tenía tanto miedo que olvidé…
Olvidé
que me gusta estar contigo
que me gustan tus paradas para el café
que me gusta que me vacíes la nevera
que me gusta que de noche hagas «chas»
que me gusta cuando nos besamos a escondidas en la cocina
que me gusta contarte mis penas
y mis alegrías
que me gusta saber que estás ahí si te necesito
que me gusta enviarte canciones
y recibirlas
que me gusta oír tus historias de la bici
y que me expliques por qué el intestino humano es tan largo
que me gusta cuando me haces el amor
y sentirlo así
que me gusta cuando me miras porque sé que me ves
que me gusta cuando ríes conmigo
que me gustan tus chistes malos
que me gusta que tengas un gato
que me gusta cómo me besas y me chupas
que me gusta que te guste mi culo
que me gusta que fantaseemos juntos
Todo eso olvidé
y sólo tuve que echarte de menos para recordar
todo lo que me gusta hacer contigo
Y atreverme a decirte
que me gustaría que me enseñaras Sevilla con tus ojos…
Y ahora sé que no se trata de necesitarte, que no moriré sin ti, ni tú sin mi.
Que se trata de que pudiendo elegir estar separados, preferimos estar juntos.
Que decidimos nosotros, no el miedo.
Yo he decidido que estés en mi vida, sin irte de la tuya.
Y disfrutarnos y reír, y llorar, y hablar y pasear y bailar, y apostar y perder o ganar…
Y esta noche …
volveremos a empezar.
En el mismo lugar donde empezamos ¿recuerdas?
Sin pensar en hasta cuándo ni hasta dónde
sin temer la incertidumbre
Hoy es hoy y estamos juntos
y te quiero y tú me quieres.
y para nosotros este Hoy es mejor que un Para siempre
Como muchas mañanas estaba con su ordenador trabajando en su cafetería preferida. Hacía frío y se dejó su abrigo en el coche, pero le estaba cundiendo la mañana y no quería parar para ir a buscarlo.
Pidió un té rojo para entrar en calor. Se tomó uno minutos de pausa del teclado y se puso a observar a la gente alrededor.
Era una cafetería que servía de punto de reunión de equipos de comerciales. Oficinas improvisadas, punto de encuentro, lugar de reunión céntrico pero de fácil acceso.
En una mesa una abuela con un bebé. No puede evitar sonreír al ver la escena. Siempre sonríe al ver a un bebé. Echa de menos los suyos. Ya no son bebés, esa etapa acabó. Y suspira.
Mientras su mente vuela pensando en pieles de bebé con ese olor inconfundiblemente embriagador se da cuenta que en otra mesas hay un hombre que la observa a ella.
le resulta vagamente familiar, le devuelve la mirada unos segundos y atisba una leve sonrisa. De esas que quieren decir un «hola» tímido.
Juraría que le mantiene la mirada más de lo normal, pero vuelve a sus cosas y sus pensamientos.
No es un momento fácil. Tomar decisiones siempre tiene una parte de liberación y otra de miedo a haberse equivocado.
Se dice a sí misma que es lo correcto y a la vez se enfada por desear no haberlo hecho.
¿Cómo es posible que a estas alturas de la película le haya pasado de nuevo?
Mira el teléfono que tiene sin timbre para poder concentrarse mientras escribe, y revisa si tiene mensajes.
En realidad sólo le interesa un mensaje, Ese que no llega.
-«Mejor así», se dice
y no resulta creíble ni para sí misma.
Vuelve a suspirar, esta vez de forma profunda, con esos suspiros de anhelo, en los que se vacía el alma tras el aire que sale del pecho.
Y nota que la observan y vuelve a mirar a esa mesa. Y sí, efectivamente el chico de la otra mesa la estaba mirando.
EN esta ocasión se turba como si él adivinara sus pensamientos.
-«Es imposible», se dice. «¿Cómo va a saber en qué pienso?»
Y recuerda cuántas veces ha explicado ella que el cuerpo no miente, que nuestros lenguaje corporal es quizás el único verdadero que tenemos.
Ese suspiro la delata. No era cansancio, no era aburrimiento; era nostalgia y tristeza.
No lo va a reconocer, pero ya le echa de menos. Y sabe que ese deseo puede llegar a ser tan intenso que duela.
Y de repente cambia su postura y se pone tensa, como quien se dispone a enfrentarse a algo o a alguien.
Y es así, porque se enfrenta a su propio deseo. A la parte de ella que quiere rendirse y seguir a cualquier precio.
Y vuelve a buscar la mirada del desconocido como para decirle que no es lo que cree. Que va a mantenerse en su decisión. Como si él fuera su conciencia, como si el desconocido supiera lo que pasa o le importara.
Y en esta mirada vuelven a mantenerse los ojos un par de segundos.
Demasiados para un desconocido, piensa ella. Y los aparta.
Ella suele mantener fácilmente la mirada a los demás. De hecho en la última conversación con su deportista, él se lo dijo: «A veces intimidas con tus miradas».
«A este al parecer no» piensa e intenta no sonreír mientras se imagina por qué este chico la mira y la mira de ese modo.
Es curioso, hace unos meses otro desconocido apareció de casualidad en su vida, y fue su mirada la que lo atrajo a conocerla.
Y hablaron, y quedaron, y salieron, y se miraron a los ojos, y ella desnudó el alma a través de ellos. Y se abrazaron. Y ahí empezó todo.
Fuimos a hacer el amor
Y parece que volvimos de la guerra.
Me sentí astronauta
Cuando me abriste la puerta,
Perdido en tus lunares,
Diciendo adiós a la tierra,
Borrando en el felpudo el camino de migas
Para que nadie siga el rumbo
Que entreven tus piernas cuando caminas,
Palmo a palmo formando una línea,
Una recta entre tus curvas
Y mis indirectas con puntería,
Volaron los minutos teniéndote cerca,
Ocultos, y jugando mudos juntos
A este «truco o prenda»
Con el lenguaje de las manos,
Leyendo en braille cada surco de tu piel
Pero también tus labios,
Vivimos sin horarios, lejos de calendarios,
Versos de pasión y no de aniversario.
Todo lo que no te dije lo hice:
Cicatrices que aún recuerdo en sueños
Cuando despertamos vecindarios.
Mi más sentido bésame, bésame, besayúname,
Ayúdame a deshacer la cama.
Te comería a versos pero me tragaría mis palabras,
Por eso mejor dejarnos sin habla.
Perdí el sentido del amor pero no del sarcasmo
Así que te haré el humor hasta llegar al orgasmo,
Que he visto enamorados ojos de legañas.
Pero no hay mejores brindis que
Los que hacen tus pestañas.
Estás en mi lista de sueños cumplidos
Y yo en el de pecados compartidos
Rompamos juntos la barrera del sonido
Cuando el gemido se coma al ruido,
Hagamos juntos todas las maldades
La dieta de los caníbales.
Soy de los que siempre creyó en las señales,
Por eso pégame, muérdeme,
Déjame cardenales.
Navegué en tu piel,
Un marinero sin carnet poniéndome tu desnudez de abrigo.
Perdí el hilo, bailé el tango de tu tanga
Y me pisaste con zapatos altos de tacón fino.
Te dije ‘hazme lo que quieras’ y me hiciste a mí sin adjetivos,
Me pusiste a mí sentado y yo perdí el sentido.
Uní lunares como una línea de puntos,
Y así todos juntos conseguí formar ‘siempre contigo’.
Querías un sastre, una sonrisa a medida, cosida,
Pero para esa no hay cabida.
Con los lujos de lujuria y con lo caras que están las caricias,
Me hice tuyo y de diseño trajes de saliva y ligas.
Ya pagué mi crimen, le puse fin,
Ahora tú solo dime, dame y gime,
Tómame y di que tú estarás ahí,
Que no me olvide, por ti y por mí.
Que haré que hasta te corras el carmín, pero no el rímel.
Bésame, bésame, besayúname.
Ayúdame a deshacer la cama,
Te comería a versos pero me tragaría mis palabras,
Por eso mejor dejarnos sin habla.
Perdí el sentido del amor pero no del sarcasmo,
Así que te haré el humor hasta llegar al orgasmo.
Que he visto arrejuntarse el hambre con las ganas, Pero no hay mayor skyline que verte tumbada. Cada vez que quedo con ella parece que una voz en off dice ‘silencio, se rueda’, y cuando llega la escena del beso, Pongo cara fea para repetir hasta la toma buena. La reina del exceso. Siempre fui un experto en coger el amor por donde quema. Que ella es mesura con mano dura,
ganas de locura y de acercar posturas, última noche en tu cintura.
Cuerpo a cuerpo, viaje espacial, vuelo directo,
Sin pagar tasas de aeropuerto ni aduanas.
Sin más parada que pararnos para hacer escala en el trayecto
entre tu desnudez y tu pijama.
Sentados como dos gatos sobre tejados de zinc,
Escurriendo botellas de champán, «chinchín».
En una noche de San Juan que parecía abril,
Clímax, final feliz.
Cada año que empiezo un nuevo curso hay un cambio importante en mi vida. Parece que el Continuum es lo único «continuum» que hay en mi vida, porque todo lo demás es más bien «interruptus» (si me permites el mal chiste).
Mi proyecto arrancó a la vez que mi divorcio, y al parecer cada curso está marcado por una ruptura, más o menos dramática.
Igual es para compensar.
Es muy difícil vivir de forma consecuente, hoy hablaba de eso. Ser idealista o activista o política en el sentido apartidista, tiene un precio. A veces un alto precio.
Y una a veces querría ser inconsecuente y hacer lo que le apetece en el momento aunque vaya en contra de lo que crees profundamente. Pero no es posible. Porque cuando haces algo en contra de lo que eres de verdad, te sale la incoherencia por los poros. Y exhalas falsedad.
Así que sólo nos queda seguir el camino solas, mi consecuencia y yo.
Se me han juntado dos diosas a la vez en el mismo momento espacio-tiempo, en el mismo cuerpo. Y al final, como en todas las guerras civiles, entre hermanos, todos pierden.
En esta guerra no gana Hera ni Afrodita, pierden las dos, porque ambas ceden parte de su esencia.
Quiero pensar que quizás ganan también las dos, pero la verdad no lo creo. Porque como buenas diosas griegas cada una reclama su parcela sin concesiones.
Así que aunque hoy haya una ganando la batalla, en el fondo sabe que ha perdido.
Pasará el tiempo, esas noches largas y esos años cortos, y quién sabe a quién tendremos cerca cuando mi tiempo sea más mío.
Y quién sabe a quién tendrás tú. O si por tener más tiempo, has tenido menos…
No hay nada seguro, salvo lo que uno elige hacer en cada momento.
La vida es elegir, decidir, el amor es una decisión. Aunque a veces hay que compaginarla con otras elecciones y otros amores.
Con el tiempo me he dado cuenta de que valen más los contados momentos de verdad que la eternidad vivida en un continuo futuro incierto, que al final es mentira.
Y yo he tenido momentos de verdad. Mucha verdad. Seguramente demasiada verdad.
Pero así soy yo. En el fondo creo que me va el drama.
Debe ser agradable vivir una gran pasión de forma estable… yo no lo he conseguido nunca. Siempre he tenido que elegir entre una cosa u otra. Hoy también.
Pero al menos, elegí.
No todos se atreven a decir lo mismo.
Boul ma sene, boul ma guiss madi re nga fokni mane
Khamouma li neka thi sama souf ak thi guinaw
Beugouma kouma khol oaldine yaw li neka si yaw
mo ne si man, li ne si mane moye dilene diapale
Roughneck and rudeness,
We should be using, on the ones who practiced wicked charms
For the sword and the stone
Bad to the bone
Battle’s not over
Even when it’s won
And when a child is born into this world
It has no concept
Of the tone it’s skin living in
It’s not a second
7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting
It’s not a second
7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting (x3)
j’assume les raisons qui nous poussent de changer tout,
J’aimerais qu’on oublie leur couleur pour qu’ils esperent
Beaucoup de sentiments de races qui font qu’ils desesperent
Je veux les deux mains ouvertes,
Des amis pour parler de leur peine, de leur joie
Pour qu’ils leur filent des infos qui ne divisent pas
Changer
7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting
It’s not a second
7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting (x3)
And when a child is born into this world
It has no concept
Of the tone the skin it’s living in
And there’s a million voices (x2)
To tell you what you should be thinking
So you better sober up for just a second
We’re 7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting
It’s not a second
We’re 7 seconds away
For just as long as I stay
I’ll be waiting
It’s not a second
7 seconds away
Just as long as I stay
I’ll be waiting
Hoy te echaré de menos
No por el día que es,
que es otro día sin más
Hoy te echaré de menos
Porque me gusta tenerte cerca
mirarte, besarte o solamente conversar
Hoy echaré de menos
tus miradas que escudriñan
mis miradas evasivas
Hoy te echaré de menos
cuando busque en mi almohada tu olor
y mi cuerpo frío en la cama tu calor
Hoy echaré de menos
Los momentos de lujuria y desenfreno
y las lágrimas que a veces se me escapan
cuando abro las compuertas de mi cuerpo
Hoy te echaré de menos
aunque sepa que es un día
que mañana nos veremos
Hoy te echaré de menos
y mañana y pasado y cada día
Echaré de menos tu mirada
echaré de menos tu presencia
echaré de menos cuando hablamos
y echaré aún más de menos los silencios
Y mañana cuando al fin estés conmigo
aunque no lo creas
echaré de menos tus ausencias
Porque ellas me hacen recordarte
Porque cuando tú no estás te pienso
y echándote así, tanto de menos
creando versos que te acerquen yo me inspiro
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