Seleccionar página

«No amanece»-David Bisbal

Hoy me han dedicado esta canción.
Una querida amiga con la que comparto entre otras cosas, el amor por la música y las canciones.

Llevo unas semanas pensando mucho en el «amor», en las relaciones, en las parejas, en el deseo, en todo lo que hace que hombres y mujeres busquemos la compañía del otro.
¡Qué difícil es!
Quiero, no me quieren, me quieren, no quiero, quiero más de lo que me quieren, no me quieren como yo quiero, quería y ya no quiero, me quisieron y me dejaron de querer…
Hay tantas variantes, posibilidades infinitas.
Es tan fácil que no sea perfecto.
Queremos desde el vacío
Desde la necesidad
Desde la desesperación a veces
Desde la idealización
Desde la resignación
Desde el dolor
Desde la soledad
Desde el miedo
Desde la ignorancia

Pero muy pocas veces desde la plenitud
Y así es difícil que funcione bien ese engranaje.
Dos piezas tan diferentes, queriendo ser un único movimiento.

Y nos hacen daño, y hacemos daño, a veces queriendo y a veces sin querer. A veces es inevitable, otras con alevosía.

Pero lo peor, es esa sensación que dice la canción. De darse cuenta después de que si ya no tenemos algo no es porque no surgió o no fue bien, sino porque la cagamos
Así, con todas las letras y sin poesía: LA CAGAMOS

Y hay cosas olvidables y perdonables y comprensibles
Y otras que no lo son
Si pasas la barrera, la cagaste
Y puedes cabrerarte, llorar, amenazar con morirte, insultar, hacer daño, planear vengarte… puedes jurar en hebreo, pero cuando has pasado esa barrera, cuando no es que hayas   metido la pata, no, cuando la cagas, es el fin.

Bisbal canta :

…Tu, una estrella fugaz, 
un fragmento de sol se desvanece. 
Sol, quien te mira pasar, deseando olvidar y no amanece.

Seguramente la cagó.
La mala noticia es que si ella de verdad era luz, nunca volverá a esa cama, por respeto a si misma.
Y la buena… es que sí amanecerá.
No hoy, ni mañana, ni dentro de un mes probablemente.
Yo llevo más de un año creyendo muchos días que no amanece.. pero sí amanece.
HE vivido amaneceres, y los volveré a vivir.
Con mis recaídas, con mis dudas, con mis batallas personales…

Si tú que lees esto, eres de los que  la has cagado, hazte un favor:
asúmelo, discúlpate (o no, ) pero sigue tu camino y no remuevas más la mierda que tú mismo has creado.

Si eres de l@s que creen que fue el otro el que la cagó, el consejo es el mismo: sigue tu camino y no remuevas la mierda. Porque la haya cagado quien la haya cagado, es mierda. Y mancha y huele mal a todo el mundo.

Yo que he vivido las dos situaciones, no tengo una solución  mágica. Oigo canciones, escucho las letras, a veces sonrío, a veces lloro. Escribo siempre, a veces lo publico, otras no. Me desahogo entre amigas…  y sí, alguna vez fantasea una con «volver al pasado»… pero afortunadamente una ya es mayorcita y aunque soy de letras, lo que sí sé, es que el pasado… nunca vuelve.»

Cambiar al otro

Cambiar al otro

Hoy he llegado a esta canción que no conocía buceando por Youtube (que es uno de mis hobbys)
He oído la versión original de Bruno Mars y esta  cantada en femenino por Madilyn Bailey.

He estado pensando en cómo tras una ruptura o un abandono, en general en cualquier proceso de duelo) nos ponemos a pensar en los
» y si… » o  en los  «debería (s) haber hecho tal o cual cosa».
A toro pasado es fácil ver los errores… bueno, o no, porque a veces seguimos repitiéndolos una y otra vez, pero ese es otro tema.

Quiero decir que normalmente nos ponemos a pensar en por qué se ha llegado a ese punto, por qué algo que se empezó con ganas y deseo de pronto acaba.
Dando por supuesto (que también es mucho suponer) que ambas partes eran sinceras en expresar lo que sentían, a nadie se le acaba el amor de un día para otro. Así que sea quien sea quien decida poner fin, ambas partes han contribuído a llegar a ese punto. Sea por acción o por omisión de acción.
En la canción los reproches son no haber comprado flores o salido a a bailar. Serán cosas tontas, pero al final lo que muestra es que lo triste cuando estás con alguien es no saber qué son sus flores o sus bailes.
Si yo quiero flores y bailar y la persona que se supone me ama no se da cuenta , es que no me está escuchando o me mira pero no me ve. Que no me conoce.

A veces nos enamorarmos de la idea que tenemos de lo que la otra persona es, y cuando el tiempo y las circunstancias nos van mostrando la realidad, puede que no nos guste tanto como pensábamos y prefiramos quedarnos con ese ideal antes que con el verdadero yo del otro.

Entonces no es amor. O al menos no el amor que hace que se siga juntos.
El amor no es un buffet del cual  puedo coger lo que me apetezca de toda la oferta y desechar lo que no me gusta. Las personas no somos un conjunto de piececitas que poner y/o quitar.

Señores Potato
Cuando se tiene algún tipo de relación es normal hacer concesiones para agradar al otro o para favorecer la convivencia, ya que no hay dos personas iguales en todo. Es normal y hasta deseable intentar evitar las cosas que  desagradan. El problema es cuando lo que desagrada del otro es parte de su propio ser.

Si algo intrínsecamente mío le es insoportable a otra persona nunca podrá ser mi amigo íntimo, ni mi amante, ni mi pareja.

No es ni bueno ni malo, es así.
Porque la alternativa es entrar en el juego de «desdibujarnos» para ser como el otro espera o  se imagina o sueña o desea.  Da igual.
SOMOS COMO SOMOS.
Y no podemos ni debemos acoplarnos constantemente a las expectativas del otro.
A veces se nos sugerirán cambios que de verdad sean positivos para nosotros, ya no solo para la relación de pareja, y eso es parte del crecimiento personal. Aceptar sugerencias y opiniones externas. Pero el cambio,  mejor dicho, el deseo de ese cambio, ha de producirse desde dentro, no obligados desde fuera,

Nadie cambia de verdad si no quiere.
Nadie convierte a nadie en algo que no es.

He conocido gente que ha vivido cierta filosofía de vida por agradar, porque estaba de moda o incluso porque intelectualmente estaba convencida de que era lo mejor. Pero si en su interior eso no concuerda con la persona que es realmente, acabará estallando. Y muy probablemente de forma violenta, hasta con ira, hacia aquello que un día defendía y contra quienes siguen en ese camino.

Pero ese odio no es hacia los otros, sino hacia uno mismo por haberse perdido el respeto y estar donde no se quería estar. Lo que sucede es que reconocer ese enfado con uno mismo suele doler demasiado, y  es una emoción tan fuerte que por querer sacarla de nosotros sin enfrentarla la proyectamos hacia fuera con violencia. Así que lo más fácil  y lo más común es lanzarlo contra el o los otros.

Pero volviendo al tema de las relaciones de pareja. Es tan antiguo querer cambiar al otro que ya la mitología clásica nos cuenta la historia de Pigmalión:

 El rey de Chipre, buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua.

Pintura representando a Pigmalión, de Bronzino (1530).

Pintura representando a Pigmalión, de Bronzino (1530)

 

Lo que ocurre es que las personas no somos cera sin forma dispuesta para ser exactamente lo que el moldeador quiere. Todos traemos ya nuestras propias formas y pliegues y recovecos, en el cuerpo y en el alma. Y ni con intervención divina podemos obviar nuestra propia carga emocional ni vivencias para convertirnos en la Galatea de los sueños de nadie.

En la versión para el cine de esta obra, My Fair Lady, que nos parece una historia muy romántica, si la analizamos no con demasiada profundidad, en el fondo lo que se nos cuenta es que la verdadera Eliza no era interesante para nadie, mucho menos  capaz de enamorar al sofisticado profesor Higgins.
My fair ladyEste la somete a un arduo proceso de transformación para ser, por fin, digna de su atención, admiración y amor.

My-Fair-Lady-audrey-hepburn-824870_717_900

Y yo me pregunto.. ¿es esta de verdad Eliza?
No concibo, como Higgins,  el amor sin admiración, pero si para admirar a una persona hay que cambiarla por completo, negando incluso lo que es, o lo que ha vivido que la ha hecho ser lo que es hoy… eso no es amor. O esa no es la persona de la cual enamorarme. Es el mayor de los egoísmos.
Es usar a una persona como recipiente de mis expectativas.  Es despojarla de lo que es de verdad para que sea como yo quiero que sea. Y eso es cosificar mucho más que usar su imagen sexy en una valla publicitaria.

©NohemiHervada

 

PD: No nos cuentan cuánto tiempo «vivieron felices» Eliza y Mr. Higgins antes de que los reproches empezaran a aparecer en sus vidas.

Quizás te interese leer:
Relaciones tóxicas: los redentores

Padres e hijas

Les descubrí hace un par de noches… y les he visto al menos 20 veces estos días.

Siento fascinación por las relaciones padre-hija, seguramente porque me encantaría tener algún recuerdo de ese tipo.

Veo a mi hija con su padre, esa casi adoración que sienten el uno por el otro y me digo que todo merece la pena.
E intento recordar alguna escena de complicidad con mi padre en mi infancia y solo tengo una, muy breve, de un día con una bici.

Una.

Una escena difuminada  y breve en mi memoria.

Y la niña que debía adorar a su padre me mira con cara de tristeza preguntándome por qué. Por qué ella es adorable para tanta gente y no para su propio padre.
Padre e hija ©NohemiHervada

Y yo la abrazo y le digo que no es culpa suya. Que algunos padres sencillamente son incapaces de dar a los hijos lo que estos necesitan. Quizás porque no lo tienen.  Porque no quieren. Porque no saben.
Da igual ahora.
Ahora nada de eso importa.
Ya pasó el rencor.
Solo tengo un deseo: que mi hija ( y mi hijo obviamente) tengan momentos como el del vídeo compartiendo pasiones e ilusiones con su padre. Que estén orgullosos mutuamente y que yo les vea y me diga que todo está bien, que todo mereció la pena.

 

Escribo como soy y soy como escribo

Escribo como soy y soy como escribo

Escribo como soy
y soy como escribo

No recuerdo cuándo empecé a escribir. No tengo recuerdos de verme escribiendo muy pequeña. Sí de leer.  Leí muy pronto, demasiado pronto creo…como casi todo en mi vida.
No sé por qué me parece que tuve prisa siempre. Al parecer «aparecí en el mundo» sin ser buscada,  nací un poco antes de tiempo, leí muy pronto, necesité comer antes que otros niños por eso tomé teta solo 3 meses, muy pronto estuve viviendo en casa de mi abuela en vez de seguir con mis padres… aun no sé por qué ni ya lo sabré nunca,  muy pronto fui la mayor ( mi prima nació cuando yo tenía 5 meses pero automáticamente me convertí en ejemplar para todos los que vinieron detrás) muy pronto, muy pronto, my pronto…

Muy pronto fui responsable, muy pronto iba al colegio sola, muy pronto me encargaba de las tareas de una ama de casa, muy pronto supe de problemas de parejas y de infidelidades y de violencias visibles e invisibles, y de relaciones tóxicas y de amigas de mi madre que iban a misa el domingo y abortaban en Londres, y de  ser carne de cañón en una guerra a la que nadie te ha invitado. Y de que el mundo está lleno de «hombres malos» y niños desprotegidos.

Muy pronto aprendi a desenvolverme sola, en el colegio, con los profesores, con los otros niños,  con los mayores y con los pequeños.

Y creía yo, porque es lo que oía todo el rato, que es que era muy lista y muy espabilada. Pero eso es otra historia, la de niños obligados a cuidarse a si mismos.

Y un día, imagino que por estar sola y sentirme sola me di cuenta que podía escribir. Y que ahí era libre y podía expresar lo que quisiera.

Y también aprendi que lo que escribes se mantiene y a no ser que lo destruyas otros pueden llegar a leerlo.
Mi primer diario violado abrió una brecha nunca más cerrada.
Pero a la vez supe que era capaz de escribir y expresar así lo que quizás nunca podría decir a la cara, no por falta de valor, a veces sí claro, sino por falta de oportunidad.

Hay gente a la que quieres hablarle y no puedes, o no quieren escuchar, o escuchar les resulta insoportable y no te dejan hablar… y yo entonces escribo.

Aunque he de decir que escribo primero para mi.

Hay un verbo francés que me encanta: «réaliser». No es exactamente el «realizar» que frecuentemente usamos en castellano. Es realizar no en el sentido de hacer, sino en el sentido de convertir en real.
Cuando verbalizamos algo, cuando le ponemos palabras, lo realizamos en el sentido de convertirlo en real. En algo que podemos sacar de nuestra mente o corazón o alma y ponerlo frente a nosotros y/o frente al mundo. Y cobra vida en cierto sentido.
Otras veces, ya lo he dicho en alguna ocasión: es como un exorcismo, una liberación.
Y un desnudarse por supuesto, y una responsabilidad. En cualquier caso una necesidad.

Por eso escribo, porque soy así,
escribo como soy y soy como escribo.

Y si pudiera, esto lo escribiría con pluma… siempre con pluma.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies